La solidaridad es una cualidad propia del ser humano relacionada con la bondad inherente del hombre cuando se proyecta al otro, especialmente en situaciones y condiciones distintas a las propias y, sobre todo, si son desfavorecidas. Pero descubrir esa “solidaridad” y plasmarla en una actitud solidaria, es un aprendizaje y canalización de esa condición natural, una reflexión diaria y continua que el tiempo va forjando en el carácter y en actitud de vida, retroalimentándose de tal manera que se convierte en un rasgo de personalidad.

Experimentar diariamente la satisfacción de no ser indiferente a las adversidades de mi entorno cercano (social, laboral, familiar) y, sobre todo, en entornos complicados y muy desfavorecidos, me llevó a fundar la ONGD ManMa (Mandioca-Madagascar) como culminación de años de colaboración personal con la labor de un hombre religioso, entregado al Otro (con mayúscula), el Padre Manuel Garrido, misionero Paúl con más de 50 años de trabajo por la educación, promoción y desarrollo del pueblo Malgache en la región del Androi, al sur de la isla de Madagascar. De esta forma, quise trascender lo individual y dar continuidad y eficacia futura a esa ayuda; y canalizar las numerosas actitudes solidarias, algunas por descubrir, que familiares, amigos, conocidos, compañeros y otras personas desean materializar en algo cercano y próximo.

Para ello, fue fundamental conocer la realidad de la zona, viajar a Madagascar. África se mete en la sangre, circula por ti e impregna tu vida. Deseas volver y necesitas volver, quizá porque la solidaridad se vuelve hacia ti, es una ayuda mutua que, paradójicamente, redunda más en lo que recibes que lo que crees dar.

“Pequeñas cosas son responsables de grandes cambios”